El laboratorio de las elecciones presidenciales de 2012, esta apunto de realizar su primer experimento el próximo 3 de julio. A lo largo de estos días de campaña, hemos visto, por un lado, como el dinero sigue siendo el principal aliado de un candidato; por otro, la falta de un programa de gobierno sólido, ya que las llamadas propuestas de los candidatos, quedan mas en el discurso que en su aplicación real.
En este orden de ideas, parece importante señalar dos aspectos de la contienda en el Estado de México: la maquinaria priísta y su poder mediático y mercadológico y la existencia de un discurso deliberativo que no trasciende más allá del exordio y la narración.
El poder de convocatoria del PRI es incuestionable. Basta con acercarse a un mitin priista para darse cuenta, tan solo un poco, de la capacidad de movilización que tienen las bases del partido con más años en el poder. El compromiso de estos militantes con el partido, es laudable, ya que trabajar, sin recibir un salario a cambio, solo por que se cree en una ideología política y más allá de otros que lo hacen esperando la oportunidad de ocupar cargos públicos o partidistas, es digna de reconocer. La gente aun cree en el PRI. Si a ello sumamos la experiencia adquirida en los años en que el partido ocupo, tanto el gobierno Federal como los gobiernos locales, lo que obtenemos como resultado es una afinada y funcional maquinaria partidista, lista para la producción-recolección de votos. También son importantes las relaciones del partido con organizaciones sindicales y civiles de género, adultos mayores, indígenas, mujeres, etc. y por supuesto que también es importante la relación que existe entre el candidato y el gobernador actual. El hecho de que el candidato saliera de Ecatepec, y no uno perteneciente al grupo Atlacomulco, hace pensar, de entrada en una estrategia de posición más que de imposición. Es decir, el presidente municipal de Ecatepec, no solo era el mejor posicionado entre los aspirantes, sino que también era el más reconocido públicamente como personaje de honestidad y progreso, por sus orígenes y preparación. El “si se puede” futbolero, en la arena política.
En cuanto a gasto de campaña, resulta interesante el estudio-comparación hecho por Enfoque-Reforma. En éste, se detalla que corresponden a los candidatos la nada despreciable cantidad de 431.7 mdp, distribuidos de la siguiente manera: PRI-PVEM 197.45 mdp, PRD-PT-Convergencia 137.4 mdp, PAN 96.9 mdp. Es decir, un gasto de 9.58 mdp (promedio entre los tres) cada día de los 45 días de campaña. En el mismo estudio, se detalla como el gasto de campaña rebasa por mucho, el gasto publico de los 10 municipios más ricos del Estado, y no se diga la comparación con los 10 más pobres. También se detalla como el gasto de campaña supera el gasto diario de 21 de las 24 Secretarías del gobierno Estatal.
Ahora bien, el dinero puede mucho, pero en una elección también vale el carisma y la simpatía para con la gente y en estos términos los candidatos del PRD y PAN, dejan mucho que desear en comparación con el del PRI. Tal vez por ello muchísimas casas en el Estado de México, estén tapizadas con la lona de “En esta casa apoyamos a Eruviel Ávila”, igual que en taxis, transporte público, espectaculares, bardas, playeras, bolsas para el mercado, vasos, jarras, plumas, llaveros, gorras, chamarras, etc., etc., etc.
En cuanto al discurso de los candidatos, hemos observado como en primera instancia, se han ocupado mas en atacar y acusar al adversario, que en ofrecer pruebas del porque hay que votar por ellos, y esto ya es parte del discurso político. De verdad yo no se si quieran restar puntos al adversario atacando o de plano estén creando un distractor general por que no traen nada mas. Acaso no tienen un grupo de asesores que les diga que como estrategia, esa, ya no funciona.
En segunda instancia, vienen las propuestas. Proponer, según la RAE es, manifestar con razones algo para conocimiento de alguien, o para inducirle a adoptarlo. De esta definición rescatamos dos conceptos, razón e inducción. Razón en el sentido argumentativo, inducción en el sentido de la persuasión retórica. Por supuesto que no es intención hacer un extenso análisis del discurso político actual, simplemente es hacer una diferencia entre dar una idea generalizada y dar una idea puntual y bien estructurada.
Tomemos como ejemplo algunos señalamientos hechos por los candidatos en el debate con el comunicador López Doriga, en el tema política y gobierno. Dice Luis Felipe Bravo, denuncia ciudadana, reordenamiento del transporte publico, extensión del horario escolar. Dice Eruviel Ávila, gobierno democrático y electrónico, referéndum. Dice Alejandro Encinas, cambio de régimen político, pasar de recibir a exigir.
Como podemos apreciar, en estas propuestas, si, se esta tratando el tema, pero y ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por quienes? ¿Por qué medios? ¿Con que dinero? ¿En cuanto tiempo? ¿Por cuánto tiempo? ¿Cómo se va a medir el avance y el resultado?, son preguntas que quedan en el aire.
Veamos, existe un exordio, una narración y posiblemente una división, sin embargo, no existe una demostración, es decir, no aterrizan la idea general en una concreta, no hay pruebas, no existen argumentos que sustenten, prueben o sostengan lo que están diciendo. No existe una refutación, ya que no ofrecen ideas que se adelanten a responder objetivamente, a posibles objeciones del adversario. No hay conclusiones en términos del discurso deliberativo, ya que no hacen una revisión de ideas o frases importantes o de impacto en el auditorio, tampoco presentan un resumen de lo que han presentado. Existe una conclusión en términos de cierre de participación, pero un “vote por mí porque soy el mejor candidato” es una conclusión vaga, ilusoria, que no termina por decir, porque es el mejor candidato.
Como hemos podido apreciar, nos encontramos ante el posible guion de la película que veremos en el 2012, ya que si la intención política actual fuera de verdadero cambio, este tendría que darse desde ya, y no es así, no lo hemos visto en ningún candidato. Muy por el contrario, se aprecia una maquinaria política, puesta a las órdenes de los intereses de los grupos de poder, dentro de los mismos partidos. Pareciera que la respuesta son las candidaturas independientes. Valdría la pena intentarlo.
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