jueves, 30 de agosto de 2012

La reforma energética, el caso del petróleo


El día de ayer el presidente Felipe Calderón anuncio el descubrimiento de un yacimiento petrolero frente a las costas de Tamaulipas, a solo 39 km del límite marítimo con E.U., a una profundidad de 2,500 metros con un potencial para producir hasta 10 mil millones de barriles, cifra equivale a un tercio de la producción nacional anual de petróleo.
     Para descubrir éste yacimiento, PEMEX Exploración tuvo que invertir millones de dólares en recursos materiales y humanos. Inversión que aún no termina, ya que PEMEX Perforación estará al mando de las operaciones conducentes a la extracción del hidrocarburo.[1]
     Esta situación tendría tintes de normalidad, si la exploración, perforación y extracción de crudo en aguas profundas fuera algo de todos los días en nuestro país. Esto no es así. Especialistas han indicado que el Golfo de México es el lugar adecuado para explorar y encontrar grandes yacimientos petroleros. Tan solo en un año, del lado estadounidense se han perforado 100 pozos cada año durante los últimos 15, por solo 5 pozos en los últimos cinco años en la experiencia mexicana. Nos llevan una gran ventaja.
     En cifras de PEMEX “de los 54 mil millones de barriles de petróleo crudo equivalente de recursos prospectivos que tiene el país, el 55 % o cerca de 30 mil millones de barriles de crudo equivalente se localizan en aguas profundas”[2]. Es decir, más de la mitad del petróleo en reservas se encuentran entre los 500 y 3,200 metros de profundidad, diseminados en una superficie de 575 mil kilómetros cuadrados.
     Fue con Porfirio Díaz que se inicio con un largo proceso de aprendizaje en las modernas e industrializadas artes de la exploración y explotación petrolera, básicamente con capitales provenientes de Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, España, Canadá y Holanda. Nosotros no teníamos ni el conocimiento, ni la habilidad, así como tampoco la tecnología, ni la actitud, situación que no dista mucho del momento actual. No fue si no con Lázaro Cardenas que se supo apreciar el valor del hidrocarburo, expropiándolo de las compañías extranjeras, y estableciendo un centro de conocimiento en el que se desarrollaran los conocimientos y habilidades necesarias para poder hacer uso “en bien de la nación” del tan preciado oro negro moderno.[3]
     Desde hace algunos años a la fecha, distintas posiciones políticas han encontrado bandera de presentación en la llamada Reforma Energética. Desde la privatización del armatoste público llamado PEMEX, hasta la maldición de los vende patrias que quieren entregar los bienes de la nación a las potencias extranjeras (con todo y rasgamiento de vestiduras), pasando por la apertura del sector a la inversión privada, paulatina y sistemáticamente.
     No estoy a favor de una apertura total del sector a la inversión privada (los casos TELMEX y TV AZTECA son una muestra de ello) pero es necesario que nos demos cuenta que mientras “debatimos” y nos ponemos de acuerdo, del otro lado de la frontera han puesto cientos de popotes y han comenzado a succionar.[4] Mientras, países como Brasil y China muestran al mundo la robustez de sus músculos económico, financiero y político. Recordemos que nuestra endeble economía aún está sujeta a fluctuaciones del precio del barril de petróleo. Por todo ello, urge la Reforma ¡¡¡


[1] Entre 70 y 150 millones de dólares, según información de PEMEX, disponible en http://www.pemex.com
[2] Ídem
[3] Como también se le denominaba a los esclavos traídos de África, desde la época de la Colonia.
[4] De referencia infaltable son los libros del Dr. Lorenzo Meyer, “Las raíces del nacionalismo petrolero en México” y “México y los Estados Unidos en el conflicto petrolero 1917-1942.”